viernes, 4 de febrero de 2011

Crónica de una día en la Plaza

Me siento a escribir con las impresiones todavía frescas de la Plaza , de la gente. Nunca vi tanta gente en mi vida y creo que no la voy a volver a ver. Antes de arrancar le digo a uno de los chicos, “vení porque esto no lo vas a ver nunca más en tu vida”. Pensar en K o no K hoy es una boludes, pero cuanto boludo hay dando vuelta! Esta comprobado, digo boludos porque mal educados creo que no es suficiente. El respeto no pasa por una afinidad política ni por el color de una bandera, el respeto es algo básico para todo aquel que piense que la democracia es el camino, y Néstor Kirchner les guste o no, fue por ese camino. Me indigno como cualquiera leyendo notas de tipos que tienen un nombre y escriben sus columnas en grandes diarios, pero para mí son boludos, son irrespetuosos. “Que falta de respeto, que atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un doctor” y si, no estoy diciendo nada nuevo, ya lo sé, lo cantaban hace mucho tiempo! Se me hace imposible dejar de lado la subjetividad con la que escribo,  pero al fin y al cabo es eso lo que me importa, decir que vi, que sentí. Si bien es cierto que la idea en un principio era documentar en imágenes lo que pasaba, ser ajeno a la emoción de tantas personas es imposible y estúpido.

Llegamos alrededor de las dos, el bondi nos dejó bien lejos y caminamos mucho, el día estaba lindo, así que no importaba. Empezamos a buscar un lugar por donde entrar a la Plaza (si, entrar a la Plaza) el vallado está por todos lados, lo bordeamos hasta que dijimos “basta mandémonos por acá”, tratemos de no perdernos fue la consigna; ya se hacía difícil caminar sin chocarse. Cuando terminó el vallado, la fila seguía, me subo para hacer algunas fotos a la reja que tiene la boca del subte, disparo algunas veces y trato de visualizar el final de la muchedumbre. No había final, no había final  que pudiera distinguir mi ojo, ni el lente de mi cámara. Cuando por fin logramos cruzar la fila de personas que esperaban para entrar a la Rosada, nos metimos por una calle lateral. “Andate Cobos la puta que lo parió, andate Cobos la puta que lo parió” se escuchaban miles de voces. Avanzo unos metros mas, “Clarín, Magneto devuelvan a los nietos”, las voces se unían para gritar, la gente aplaudía.

Veo muchas banderas que se me vienen encima, son banderas azules con pañuelos blancos. Una traffic con las abuelas se abre paso entre la gente al grito de “Madres de la plaza, el pueblo las abraza”. Me empujan, me golpean pero me quedo, quiero la foto, disparo un par de veces y me voy.  Parado justo al lado mío esta un papá con su hijo subido a los hombros. “Quiénes son papi?” y el le contesta “a esas señoras les robaron a sus hijos y son un ejemplo de lucha Nico, ellas lucharon toda su vida para que les digan la verdad, son un ejemplo de fortaleza”. Guau! si eso no fue lo que más me impactó del día está cerca. Nos adentramos en la Plaza, hay mucha mucha gente y hace calor, de a ratos pierdo a los chicos y los tengo que esperar. Seguimos caminando, me hacen el aguante.

Llego hasta la pirámide quiero hacer algunas tomas ahí, está lleno de banderas y carteles que identifican a las miles de agrupaciones que están en la Plaza. Pensé que iba a ser imposible pero llegamos hasta la reja, la reja es una forma de decir porque casi ni se ve el hierro, hay palabras y flores. La gente que se acerca hasta ahí escribe un par de líneas, deja su mensaje y alguna flor, muchas mujeres lloran bajito. Me sorprendo un poco al ver que las lágrimas se le caen a un tipo muy grandote con pinta de matón, pero se las seca rápido y no le puedo sacar la foto.  “Volvamos che me muero de calor”, me dicen. Buscamos una salida y encaramos para el bajo.

De repente miro hacia el vallado y veo que hay un grupo de personas entrando de a una o dos. “Vengan che, vengan” les digo, los chicos se acercan, “vení que nos van a dejar entrar”. Casualidad? destino? No sé, no creo. Entramos, estamos a una cuadra de la Rosada y nos ponemos en una fila bastante corta, viendo y considerando la longitud de las que rodean la plaza. A los quince minutos estamos adentro, no lo podemos creer, ni siquiera tenía expectativas de entrar a Salón de los Patriotas Latinoamericanos pero ahí estamos, se escuchan los aplausos y“Fuerza Cristina” y más aplausos. Avanzamos unos pasos más,  y el olor a flores. Me cayó la ficha cuando me invadió el olor a flores de las cientos de coronas que estaban ahí. Hay olor a cementerio, pienso. Un pibe atrás mío se seca las lagrimas, se nota que le duele enserio, no tiene ninguna remera que lo identifique ni nada, no tiene más de 25 años. La imagen de la tele estaba ahí, adelante mío y esa mujer de anteojos negros seguía ahí, inmutable, entera. Guau! que fuerza, pienso y se me pone la piel de gallina. Paso rápido, no me quiero quedar mucho tiempo. A la salida una mujer está quebrada, llora y pregunta porque, me llama la atención porque llora mucho, sigo caminando. Volvemos a salir al sol y seguimos el recorrido que las vallas nos marcan. Caminamos en silencio hasta el Luna.